La epidemia de gripe A(H1N1) surgida en México tiene al menos un
responsable concreto: la productora de carne porcina Smithfield Foods
Inc. y sus gigantescos criaderos de cerdos del pueblo mexicano de La
Gloria como el origen del flagelo.
En la ribera texana del ancho
Valle del Río Grande, a dos pasos de la frontera con México, se halla
Harlingen. En esa pequeña y coqueta ciudad estadounidense, el pasado 5
de mayo falleció Judy Trunnell, una joven maestra de escuela de 33
años que acababa de dar a luz, por cesárea, a una niña radiante y
saludable. “Era una persona maravillosa, cálida. Se consagraba a la
educación de niños discapacitados”, declararon sus familiares y
amigos, que acudieron a su vivienda, situada en una luminosa calle de
esa localidad, para expresar su pésame en el funeral
(1).
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Granjas Carroll
- Veracruz Mexico |
El destino quiso que Judy fuese la
primera estadounidense fallecida a causa del virus de la nueva gripe
que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llama ahora A(H1N1). Un
nombre aséptico para evitar el uso de “gripe mexicana”, que contraría
a las autoridades aztecas, o de “gripe porcina”, que enfada a los
grandes industriales de carne de cerdo.
Sin dejarse distraer por esa astucia
terminológica, el marido de Judy, Steven Trunnell, presentó ante un
juez, el pasado 11 de mayo, una demanda contra la empresa productora
de carne porcina más importante del mundo: Smithfield Foods Inc. Esta
multinacional detenta –vía su filial mexicana Granjas Carroll– unos
gigantescos criaderos de cerdos cerca de un pueblito de tres mil
habitantes, La Gloria, perteneciente al municipio Perote, en el Estado
mexicano de Veracruz.
El abogado de Steven Trunnell, Marc
Rosenthal, reveló que esa compañía posee más de un millón de cerdos
hacinados en las 200 porquerizas situadas en los alrededores de La
Gloria. Añadió que los habitantes locales se quejan de la hediondez y
de las pésimas condiciones higiénicas de las cochiqueras. La demanda
tratará de reclamar daños y perjuicios por “la muerte injusta de Judy,
provocada por Smithfield Foods”, y reclamará “unos mil millones de
dólares”. Marc Rosenthal (2) se propone denunciar el horror de los
insalubres criaderos industriales de puercos y aportar pruebas de que
la gripe A(H1N1) tuvo su origen en esas inmundas pocilgas de La
Gloria, desde donde se está propagando a todo el planeta.
Paraísos para
virus
Aunque la empresa Smithfield Foods
niega cualquier relación entre sus instalaciones y la aparición de un
foco de nueva gripe a las puertas de sus granjas
(3), un informe
reciente de GRAIN (4) parece confirmarlo. Los expertos de esta
organización no gubernamental alertan que el aumento en gran escala de
zahúrdas industriales ha creado las condiciones perfectas para el
surgimiento y dispersión de nuevas formas de gripe altamente
virulentas. Tales criaderos constituyen bombas de tiempo listas para
desencadenar epidemias mundiales. Ya en 2006, unos investigadores del
Instituto Nacional de Salud (NIH, por su sigla en inglés) de Estados
Unidos habían declarado: “La alta concentración de enormes cantidades
de animales apretujados en muy poco espacio facilita la rápida
transmisión y mezcla de los virus” (5).
Tres años antes, en marzo de 2003, la
revista Science (6) ya había advertido que la gripe porcina estaba
evolucionando en fase rápida a causa del aumento del tamaño de los
criaderos industriales y del uso generalizado de antibióticos y
vacunas. Los virólogos alertaban precisamente a México y a Estados
Unidos del peligroso cóctel vírico que estaba por venir
(7). Afirmaban
lo siguiente: “Parece que después de años de estabilidad, el virus de
la gripe porcina de América del Norte se halla en una fase de rápida
evolución y cada año produce nuevas variantes”.
Achacaban la fulgurante mutación de
los virus a dos causas: el hacinamiento en criaderos insalubres de un
número cada vez mayor de cerdos, y la práctica de vacunar a las
hembras, ya que la vacuna actúa seleccionando nuevos virus mutantes.
Esos dos factores, avisaban los expertos, “aumentan la probabilidad de
que emerja un nuevo virus transmisible entre humanos”. Luego, ya sea
por los excrementos, el alimento, el agua, o incluso las botas de los
trabajadores, el virus se disemina de modo imparable.
En ese mismo artículo, el Dr.
Christopher Olsen, virólogo molecular en la Facultad de Veterinaria de
la Universidad de Wisconsin, en Madison, hasta se atrevió a
profetizar: “Ahora debemos buscar en México la granja donde va a
aparecer la próxima pandemia”. (8)
Aunque la OMS, en sus últimos comunicados, no haya confirmado que el
brote tuvo ahí su origen, todo indica que esa granja se ha localizado.
Y que el infierno de la actual epidemia empezó en La Gloria, a escasa
distancia de los criaderos de cerdos de la empresa Smithfield.
Gigante productor de carne porcina,
Smithfield Foods Inc. es una de las mayores empresas agroalimentarias
del planeta y el número uno mundial de la carne de cerdo. Su sede se
encuentra en la ciudad de Smithfield, Virginia, y posee filiales en
nueve países a través del mundo. En España, Smithfield Foods controla
el 24% del capital de Campofrío, líder español de la producción de
carne de cerdo. Campofrío se fusionó, en junio de 2008, con la filial
europea Smithfield Holdings (9) del gigante norteamericano para formar
una nueva empresa: Group Campofrío (10).
Con una cifra de negocios de casi 12
mil millones de dólares, Smithfield Foods es la tercera compañía
estadounidense más poderosa en la producción de alimentos, después de
Archer Daniels Midland y de Tyson Foods. En 2008, ocupó el lugar
número 222 entre las 500 firmas más importantes del mundo, según la
revista Fortune (11). Pero esta compañía, que abastece a las cadenas
de comida rápida McDonald’s y Subway, ha sido frecuentemente acusada
de contaminar agua, suelo y aire, y de no respetar los derechos de sus
trabajadores. En su informe de 2005, Sangre, sudor y miedo. Derechos
de los trabajadores en las plantas cárnicas y avícolas de Estados
Unidos, la organización no gubernamental Human Rights Watch denunció
duramente sus abusos (12). También fue multada, en 1997, con
12.300.000 dólares por violar la Ley de Aguas Potables
(13).
Contaminar el
Tercer Mundo
Para evitar esas acusaciones,
Smithfield Foods trasladó parte de sus criaderos a países como México,
Rumania y Polonia, en los que las leyes en favor del medio ambiente
son más relajadas o inexistentes, y donde algunos políticos están más
dispuestos a dejarse corromper (14). Mediante su filial Granjas Carroll, Smithfield se instaló en la remota zona rural mexicana de La
Gloria en 1994, aprovechando el Acuerdo de Libre Comercio entre
México, Estados Unidos y Canadá. Allí, gracias a la complicidad de
políticos locales, no tiene que preocuparse de ser acusado de violar
ley alguna sobre el medio ambiente.
En el interior de barracas con
ventilación deficiente e iluminación constante para estimular su
crecimiento, los cochinos viven encerrados en jaulas que impiden su
movimiento. Son engordados hasta alcanzar unos 120 kilos. Los
criaderos son verdaderas ciudades de cerdos, rodeadas de mares de
heces y bazofias.
La contaminación provocada y su
impacto en la salud de los habitantes vecinos, así como las lagunas en
que depositan los desechos animales, propiciaron a partir de 2004 el
surgimiento de un movimiento ecologista de protesta. Granjas Carroll
respondió reprimiéndolo.
Muchos vecinos de La Gloria y de una
decena de comunidades, que viven desde hace años con esa hediondez y
respiran día y noche una peste infernal, se unieron para protestar en
contra de la expansión de la trasnacional. Organizaron asambleas y
marchas, y la empresa los demandó por difamación. Varios activistas
fueron reprimidos y procesados, otros detenidos y obligados a pagar
una fianza para salir de prisión.
Un corresponsal del diario La Jornada
(15), Andrés Timoteo, se desplazó al poblado para describir el
ambiente en el que viven los habitantes: “Nubes de moscas emanan de
las lagunas de oxidación donde la empresa Granjas Carroll vierte los
desechos fecales de sus granjas porcícolas; y la contaminación a cielo
abierto ya generó una epidemia de infecciones respiratorias (…) El
vector epidémico serían las nubes de moscas que despiden las granjas
porcícolas y las lagunas de oxidación donde la empresa
mexicana-estadounidense arroja toneladas de estiércol”.
Los habitantes atribuyen la aparición
de infecciones a esa polución y al envenenamiento de las aguas y de la
atmósfera.
Otro reportero, Jorge Morales
Vázquez, contó en Milenio (16) cómo los pobladores llevan años
protestando contra la expansión indiscriminada de la empresa porcícola
y cómo han sufrido persecución policíaca, represión y amenazas. A su
vez, durante su recorrido, el periodista constató “el fétido olor
proveniente de las granjas de cerdos que se respira durante todo el
día en la pequeña comunidad de apenas tres mil habitantes, así como la
existencia de enjambres de moscas que infestan los domicilios de las
familias”. Verificó asimismo la proximidad de las “lagunas de
oxidación” en las que se someten a un proceso de descomposición aéreo
los desechos fecales de los cerdos –que se convierten en gas metano–,
responsables del nauseabundo hedor que inunda la zona. El reportero
transmitió que se sospecha, además, que haya problemas de filtración a
los mantos freáticos. Y pudo observar los llamados “biodigestores”,
fosas cubiertas con una puerta de metal, en donde se arrojan los
cadáveres de cerdos enfermos o muertos por peleas en las pocilgas.
"En esos agujeros cavados en el suelo –relató– los cadáveres se
descomponen, lo que representa una fuente más de contaminación y
proliferación de moscas del tamaño de abejas que llaman ‘muerteras’,
las cuales, empujadas por el viento, viajan en enjambres hasta La
Gloria e invaden los domicilios…” Muchas familias declaran haber sido
afectadas por frecuentes dolores de cabeza, enfermedades
gastrointestinales y de las vías respiratorias, y han desarrollado
diarreas, tos, infecciones de garganta, vómitos y fiebre.
Ocultamiento
diplomático
En este lugar, presumiblemente, el
virus A(H1N1) saltó de los cerdos a los humanos en algún momento entre
noviembre de 2008 y enero de 2009. Y pudo haber comenzado a infectar a
grandes cantidades de personas a partir de principios de marzo (17).
Las autoridades federales mexicanas
no difundieron públicamente la información. Pero, a fines del año
pasado y principios de 2009, el número de enfermos fue tan insólito
que varios organismos internacionales de salud empezaron a preocuparse
por lo que estaba ocurriendo en La Gloria.
De tal modo que el pasado 6 de abril
–o sea, 18 días antes de que el Gobierno mexicano alertara a la OMS de
la aparición de un nuevo virus de gripe humana–, la web de
Biosurveillance, que pertenece a Veratect (18), Centro del Gobierno
estadounidense encargado de la información epidemiológica, reportó que
en La Gloria se estaba produciendo una serie de extraños casos de
“infecciones respiratorias parecidas a la bronquitis neumónica, con
fiebre y fuerte tos” y que “el 60% de los habitantes” padecía de una
nueva y atípica enfermedad.
Es probable que el Ejecutivo azteca
supiera pronto que un foco infeccioso grave de una gripe desconocida
se había producido en el valle de Perote y que, sin que los
tratamientos habituales pudieran impedirlo, el mal se estaba
difundiendo rápidamente a través del país. Pero no dio la alerta, ni
movilizó seriamente a sus servicios de salud y a sus investigadores
científicos. Tampoco informó, en ese momento, a la Organización
Mundial de la Salud de la gravedad de una situación que se le estaba
yendo de las manos.
¿Por qué actuó de ese modo el
Gobierno mexicano? Según algunos analistas locales, esa “discreción”
se puede explicar porque, cuando surgieron los primeros casos, se
acercaban las vacaciones de Semana Santa. Período crucial, en tiempos
de recesión, para la industria turística del país.
Pero todo indica que la causa
principal de semejante silencio fue diplomática. Se trataba de evitar
a toda costa que, por razones de seguridad sanitaria, se pospusiese la
visita oficial de Barack Obama, prevista para los días 16 y 17 de
abril, que representaba la segunda salida al extranjero del Presidente
estadounidense tras su estancia en Canadá en febrero pasado. Para el
presidente Felipe Calderón, cuya elección en julio de 2006 fue muy
controvertida (19), la visita del mandatario estadounidense era una
consagración definitiva. Nada –ni siquiera la amenaza de un nuevo
virus devastador– debía retrasarla.
Prueba de lo avanzada que estaba ya
por esas fechas la epidemia es que ya había llegado al propio entorno
de Felipe Calderón. El arqueólogo Felipe Solís, quien recibió –con
Felipe Calderón– en el Museo Nacional de Antropología de México al
Presidente de Estados Unidos, estaba contaminado y murió seis días
después de la visita del mandatario estadounidense. Un asesor del
secretario estadounidense de Energía, Steven Chu, que había ido a
México para preparar el viaje del presidente Obama, se contagió
también con la nueva enfermedad. El portavoz de la Casa Blanca, Robert
Gibbs, reconoció que la esposa, el hijo y hasta el sobrino del
funcionario también presentaron síntomas de la nueva gripe
(20).
Ante la amplitud que tomaba la
pandemia, los servicios mexicanos de salud decidieron por fin actuar
enviando muestras médicas tomadas de algunos enfermos de La Gloria a
laboratorios de Estados Unidos y Canadá. Fue el Laboratorio Nacional
de Microbiología de la Agencia de Salud Pública de Canadá, en
Winnipeg, el que detectó el 24 de abril el nuevo virus que contiene
elementos de la gripe aviar, de la porcina y de la humana juntos, al
analizar una muestra tomada en un niño de cinco años que se había
enfermado en marzo pasado.
Ese niño, hoy ya curado, identificado
como el primer ser humano infectado por la virulenta cepa de la nueva
gripe porcina –el “paciente cero”–, se llama Edgar Hernández y su
historia, narrada por The New York Times (21), lo ha hecho famoso en
el mundo entero. Edgar ha contado los severos síntomas que sufrió
cuando todo empezó en La Gloria el 9 de marzo pasado: su cabeza le
ardía, tosía, le dolía la barriga, la garganta y no tenía ganas de
comer (22).
Según la revista Science
(23), en su
artículo difundido el pasado 11 de mayo, se estimaba que el 24 de
abril, fecha en que México hizo pública la pandemia, ya
presumiblemente había en ese país entre 6.000 y 32.000 casos de gripe
porcina, o sea, muchos más que los confirmados por los laboratorios.
Hay poca evidencia de que este brote
de gripe A(H1N1) sea, por el momento, más peligroso que las
infecciones rutinarias de las cepas usuales de los virus estacionales,
que cada año causan la muerte de entre 250.000 y 500.000 personas en
el planeta. Sin embargo, según Science, el virus A(H1N1) parece mucho
más contagioso que el de la gripe común. Otro elemento preocupante:
ataca más a los jóvenes sanos. Por ejemplo, en La Gloria hubo el doble
de niños de menos de 15 años contaminados, en comparación con los
adultos. Según datos publicados en la web del New England Journal of
Medicine (24), el 40% de los afectados tiene entre 10 y 18 años; y
apenas el 5% tiene más de 50.
Por su parte, la Organización Mundial
de la Salud ha advertido que el nuevo virus aún puede mutar, hacerse
mucho más virulento y causar una pandemia que se podría propagar hasta
tres veces. La OMS señala que “la gravedad de esta gripe está influida
por la tendencia de las pandemias a dar la vuelta al mundo en al menos
dos y quizás tres oleadas”. Actualmente, en
el hemisferio austral empieza el período habitual de la gripe, y el
virus A(H1N1) podría allí foguearse con los antivirales (Tamiflu) y
proceder a una nueva mutación para regresar al hemisferio boreal en
octubre próximo en condiciones mucho más virulentas, como lo hizo la
terrible “gripe española” en 1918. Todo indica sin embargo que la
nueva epidemia será menos severa que la de 1918, aunque algunos
expertos estiman que será tan letal como la de 1957 (la “gripe
asiática”), que causó más de dos millones de muertos ... Otro riesgo
es que el virus se combine con el de la gripe aviar, el temible H5N1
asentado en varios países, y produzca un letal mutante asesino de
masas…
Para proteger a sus ciudadanos, los
gobiernos del planeta están ahora adquiriendo cantidades importantes
del medicamento antiviral Tamiflu (oseltamivir), uno de los pocos
tratamientos eficaces (se toma en cápsulas por vía oral) para combatir
el virus mutado H1N1, y recomendado incluso por la OMS.
Rumsfeld se
enriquece
La historia del Tamiflu, en estas
circunstancias, no deja de ser sugestiva. Fue descubierto por la firma
biofarmacéutica Gilead Sciences Inc., cuya sede se encuentra en Foster
City, California. Gilead cedió los derechos de fabricación y de
comercialización a la empresa multinacional suiza Roche, la cual le
revierte el 22% de los beneficios anuales por las ventas de Tamiflu.
Es interesante notar que Donald
Rumsfeld, el ex-secretario de Defensa del presidente George W. Bush y
uno de los principales instigadores de la invasión ilegal de Irak
(25), fue presidente de Gilead Siences Inc. desde diciembre de 1997
hasta hacerse cargo del Pentágono en 2001, y conserva un importante
paquete de acciones.
Una de las primeras medidas de
Rumsfeld cuando asumió su cargo en el gobierno fue declarar el Tamiflu
de uso obligado en el seno de las fuerzas armadas
(26). Las ganancias
de Roche y de Gilead –y por consiguiente el enriquecimiento personal
de Donald Rumsfeld– se dispararon. Las acciones de la empresa se
vieron también altamente beneficiadas en Bolsa a partir de 2003,
cuando surgieron en Asia las amenazas de epidemias del Síntoma
Respiratorio Agudo Severo (SRAS) y del virus H5N1 de la gripe aviar.
Fascinados por la teoría del complot,
algunos han llegado a deducir que el detestado Rumsfeld debe estar
implicado, de una manera u otra, en el surgimiento de estas epidemias
y en particular en la aparición del nuevo virus mutante A(H1N1).
Es poco probable. La principal
responsabilidad de esta grave amenaza sanitaria reside en la
industrialización delirante de la producción pecuaria. El despiadado
sistema de cría intensiva ha transformado radicalmente el sector. Hoy
se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja
familiar que aún describen los manuales en las escuelas
(27). En 1965,
por ejemplo, había en Estados Unidos 53 millones de cochinos
repartidos entre más de un millón de granjas; ahora hay 65 millones de
cerdos concentrados en sólo 65.000 explotaciones. En España hay
actualmente 25 millones de cerdos (más de medio cerdo por habitante…),
el 92% de ellos criados en explotaciones intensivas semejantes a las
de las mexicanas Granjas Carroll de La Gloria. Se ha pasado en poco
tiempo de las porquerizas caseras a infiernos concentracionarios en
los que se hacinan, en medio de la hediondez y bajo calores
asfixiantes, decenas de millares de animales que intercambian virus
patógenos con gran intensidad.
Ese tipo de ganadería inhumana,
intensiva y productivista, que desanimaliza al animal y lo considera
como un mero “producto industrial”, un simple “material” que da carne
y procura beneficios financieros, es el culpable de la pandemia en
curso (28). Cuando, por los propios excesos de empresarios insensatos,
ese depravado modelo revienta, el desastre sanitario amenaza con
afectarnos a todos…
Por Ignacio Ramonet
- Le Monde Diplomatique
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