Por Lidia Fagale - Desde Santiago para
Tiempo Argentino
La dirigente Camila Vallejos Dowling afirmó que el Estado dejó en
manos del mercado y de las familias la tarea de “garantizar” el
derecho a la educación. El sistema terciario fue privatizado casi por
completo en el país trasandino.
|
Camila Vallejos
Dowling |
Tiempo Argentino:
http://tiempo.elargentino.com/notas/posibilidad-de-ser-profesional-esta-las-manos-de-los-usureros
“La posibilidad de ser un profesional está en
las manos de los usureros”
Lidera las movilizaciones estudiantiles más masivas que se recuerden
desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet. Es la presidenta de
la Federación de Estudiantes Chilenos (FECH), cursa geografía y milita
a favor de un modelo educativo que pulverice la política privatista y
de mercado que se prolonga tras la asunción del gobierno de derecha de
Sebastián Piñera. Camila Vallejos Dowling dialogó con Tiempo Argentino
sobre este sacudón estudiantil a la modorra neoliberal desmitificando,
a la vez, al denominado “milagro chileno”.
¿Cuál es la demanda
central de los estudiantes?
Pedimos que se garantice una
educación pública de calidad para todos y no como un mero actor
subsidiario que privilegia la libertad de empresa por sobre el derecho
a la educación. Hay que terminar con el lucro como motor del
“desarrollo” de las instituciones privadas, que sin ningún tipo de
regulación estatal han ampliado la matrícula de manera excesiva a
costa del endeudamiento de miles de familias, la segmentación social y
la mala calidad de la educación que imparten. Y hay que acabar con el
autofinanciamiento de las universidades estatales, cuyo principal
objetivo es debilitarlas y subsidiar a los privados.
Los jóvenes
denuncian que los sectores privados y transnacionales se apoderaron de
los recursos educativos...
El Estado dejó en manos del
mercado y de las familias la tarea de “garantizar” el derecho a la
educación. El sistema terciario fue privatizado casi por completo,
tanto en su institucionalidad como en su modo de financiamiento.
Después de 30 años de desarrollo del modelo de mercado en la
educación, esto muestra que lo único que se logró es la privatización
de la educación terciaria, donde los establecimientos tradicionales y
públicos deben autofinanciarse y en los establecimientos privados
prima el lucrativo negocio de grandes corporaciones. Los trabajadores,
los estudiantes, los docentes y otros actores sociales conciben a la
educación como un derecho social universal, para lo cual el Estado
debe asumir el rol de garante que le adjudica la Constitución.
¿De qué otros
factores depende la recuperación de la educación pública?
Chile se ha ido configurando
bajo un régimen económico de depredación por parte “del poderoso” en
su más absoluta expresión, con un modelo institucional y económico
heredado de la dictadura (1973-1990) que responde a los intereses de
una ínfima minoría. Si queremos hacer transformaciones sociales como
las que proponemos se necesitan cambios en distintos ámbitos del
poder. Hay que cuestionar y superar los actuales modos de desarrollo y
políticas estatales. El gobierno no concibe a la educación como un
derecho que el Estado deba garantizar, con instituciones de su
propiedad y gratuidad, sino que la ve como un simple bien de mercado,
en el que el rol del Estado se limita a fiscalizar que las reglas
funcionen “perfectamente”. Esto no es nuevo en el país. Se le exigió
al Estado que regulara la educación superior y se creó una llamada ley
de acreditación que legalizó la mala calidad de la enseñanza y generó
un sistema de crédito que dejó en manos de la banca privada, a
intereses usureros, la oportunidad de muchos jóvenes de obtener una
profesión.
¿Cómo tratan los
medios hegemónicos las demandas estudiantiles?
La mayoría de los medios
masivos tienen el mismo sesgo ideológico, pertenecen a los mismos
grupos empresariales, a los que hoy se le suman los medios
oficialistas, dado que el gobierno de Piñera es un fiel representante
del sector empresarial. En este contexto, es difícil no considerar a
los medios como un enemigo de los movimientos sociales. Las notas
periodísticas se enfocan en los hechos “violentistas”–como los llama
el propio presidente–, que son completamente marginales comparados con
la enorme adhesión que tiene el movimiento. A pesar de esto, la prensa
insiste en poner en el primer plano los hechos de violencia, buscando
que la ciudadanía se vuelque en contra y haciéndonos pasar por
revoltosos manipulados por partidos políticos.
¿Piensan que Chile
ha ido a contramano de algunos cambios sociales que se han registrado
en Latinoamérica?
Desde hace mas de 40 años,
Chile ha sido el bastión de las fuerzas reaccionarias, el país piloto
en el que se han ensayado las medidas neoliberales más delirantes, el
país que se pone como ejemplo para justificar la necesidad o la
efectividad de aplicar reformas de este tipo. Tiene que ver con que
ninguna dictadura fue tan “revolucionaria” como la chilena, ninguna
hizo cambios tan profundos ni tuvo una transición que fuera tan
pactada para asegurar la continuidad del modelo. Y desde entonces el
poder ha estado en manos de dos coaliciones igualmente neoliberales.
Parte del trabajo desde la izquierda se enfoca a crear una alternativa
que hasta ahora ha sido difícil de construir.
¿Serán los
estudiantes quienes inicien un camino de cambio, más allá de los
cambios corporativos?
Difícilmente se puede
considerar a los estudiantes como el factor decisivo de una revolución
social. Hay que reconocer, sí, que somos unos de los sectores más
dinámicos, de los más politizados y dispuestos a la movilización. Por
eso empezamos a plantear que la recuperación de la educación pública
debe enmarcarse en un movimiento social que clame por la recuperación
de los derechos universales usurpados: la educación, la salud, la
vivienda, el medio ambiente, los recursos naturales.
Los medios
hegemónicos suelen desacreditar a las juventudes que se movilizan.
¿Cuál es la visión de ustedes sobre la juventud chilena?
Afirmar que la juventud
movilizada que hemos visto en estos últimos tiempos es espontánea y
apolítica es apoyar a los sectores reaccionarios de nuestros países.
Si bien no todos los jóvenes tienen una identidad política, esta es
una juventud que se plantea reformas sociales con contenido político.
|